lunes, 17 de mayo de 2010

LA CUPLÉ PARTE 2



Me quedé frío y pensé que así lo quería el destino, además, como yo empezaba en este difícil arte de la información y siempre les estaba peleando ir a cubrir eventos de importancia, pues no me quedó más que agradecer el que me estuvieran mandando a Guadalajara, a cubrir dicho evento.

Ya me urgía comunicarle a Laura lo sucedido y tomé el auricular y marqué al departamento de esta bella mujer y después de tres timbrazos del teléfono, ella  contestó.

“Bueno, con quién quiere hablar”.
-Contigo preciosa, tengo algo importante qué decirte.
“Bueno, bueno, con quién quiere hablar, bueno”, fue su respuesta, e insistí:
-Oye Laura, soy yo, no me escuchas?..
De nuevo dijo: “Bueno, bueno, con quién quiere hablar?”.
Me sentí decepcionado, un poco triste y contrariado, empecé a pensar muchas cosas: o no me escuchó, o se estaba haciendo, o estaban sus papás, no sabía qué pensar.

El viernes muy temprano me dirigí a la terminal de los camiones, y abordé el transporte que me llevaría a Guadalajara y grata fue mi sorpresa que, en esa misma corrida iban dos personas conocidas, que también se dirigían a Guadalajara, pues eran parte del equipo del boxeador José Medel. Como el autobús no había llenado los lugares, pues nos acomodamos en uno con dos asientos  y empezamos a charlar con mi amigo Manuel.

Yo llevaba el pensamiento más que en la pelea que iba yo a cubrir en esta mujer, que me había dejado ya muy pensativo. Pero cuando se le mete uno algo en la cabeza, es muy difícil cambiar de opinión.

José "Huitlacoche" Mendel


En el camino, mi amigo Manuel, que iba junto a mí, me comentó que tenía un poco de temor que Medel peleara con El Alacrán, porque dijo que Medel no iba en muy buenas condiciones, dijo también que la noche anterior había estado tomando y que se la había pasado con una amante que tenía, y que vivía por el rumbo de Tlatelolco y que era una mujer muy bella, y que casi todo su dinero se lo gastaba con ella.

No le di la más mínima importancia, pues ya sabía que en esos tiempos los boxeadores eran amantes del alcohol y que inclusive, uno que otro era adicto a algún enervante e inclusive a la cocaína.

En esos sagrados tiempos, estoy hablando de los años 64 y 65, donde no era fácil conseguir alguna clase de estos excitantes o envenenadores del cerebro, ellos lo conseguían, pero aclaro, no estoy generalizando, fueron unos cuantos que sí eran adictos.

Dicha pelea no fue televisada, pues no existía la tecnología actual, mucho menos celulares, y después de que fue vapuleado José Medel por El Alacrán, me fui rápido al teléfono a pasar mi reporte y mandar por teletipo la foto y también la crónica, recuerdo que José Medel salió muy lastimado y El Alacrán salió muy limpio, inclusive, en el tercer round y el sexto, Medel “El Huitlacoche”, visitó la lona, pensando que en la segunda caída pararían la pelea, pero el pundonor y la vergüenza de José, hizo llegar a los 10 rounds en lo que estaba pactado dicho combate.

Desde ahí, desde el Hotel, le llamé a Laura, recuerdo que el reloj marcaba las 12.30 de la noche.
Contestó rápido:
-Hola, ahora sí me vas a contestar o te vas a seguir haciendo la occisa, le dije un poco serio.
“Perdóname, por favor, es que no podía hablar, estaba mi papá muy cerca del teléfono, y tú no agarrabas la onda, yo estaba sufriendo por no poder contestarte, discúlpame, papito lindo”.
Pensé que yo no era nada de ella y cuando pensaba reclamarle con rigor, cavilé que era mejor suavizar mi conversación y cambiando mi actitud, le dije:
-Fíjate que ya no me diste la oportunidad de explicarte que ayer que nos íbamos a ver y que quizá pasaríamos dos días juntos, no me dieron permiso de faltar, pues me enviaron a Guadalajara a cubrir un evento de box y desde aquí del hotel te estoy llamando. Todavía no terminaba de comentarle cuando sentí que su actitud sublime y suplicante cambió bruscamente.
“Cómo, tú estás en Guadalajara en una evento de ?”.
-Sí, por qué, le dije. Y todavía un poco alterada encrespó.
“Oye, pues en qué y a dónde trabajas tú, a qué te dedicas, pensé que eras un don nadie y que no tenías ni auto ni dónde caerte muerto, dime quién eres, por favor”.
-Pues mira, yo trabajo en un periódico, en un diario deportivo y a veces nos mandan, según las necesidades del periódico a distintos lugares o Estados y cubrimos algún evento deportivo y nuestro sueldo es el mismo, nadamás nos pagan viáticos y ya.
“Oye, tú cubriste la pelea de José Medel?”.
-Sí, yo ya cubrí, a eso vine, a eso me mandaron.
“Oye, y quién ganó?
-Pues ganó El Alacrán, y Medel salió lastimado de pómulo y ceja derecha.
-Y a qué viene tanta pregunta, a poco tu sabes de boxeo y cómo sabes que Medel iba a pelear aquí?
Titubeó un poco y de pronto dijo:
“Es que mi papá le gusta mucho el box, es su vida, y ha seguido todas las peleas de Medel”.
-Oye Laurita, sentí muy feo que ese día que te llamé me hayas ignorado, qué mala eres.
“Te ruego me perdones, no fue culpa mía, pero cuando regreses, platicamos y salimos a dar la vuelta. Te perdiste de una buena oportunidad, pues este fin de semana hubiera sido una gran ocasión, quizá ionolvidable”.
Eran las 12.35 de la noche, es decir, ya era sábado, y me despedí diciéndole:
-Que sueñes conmigo, que descanses y yo estaré en el Distrito Federal, primeramente Dios, hoy sábado, ojalá nos veamos pronto.

“Si llegas temprano hoy sábado, me llamas por favor, a ver si salimos a dar una vuelta”.
De nuevo me movió el pensamiento y dije que iría a buscar una salida lo antes posible para poder llegar temprano al Distrito Federal y ver la manera de que Laura me recibiera y a ver qué sucedía. Total a mis 19 años todo era aventura, entusiasmo, adrenalina, conquista, y una buena relación sexual. Yo la deseaba, ya se había convertido en una obsesión.

Llegué corriendo a la terminal de camiones y  logré colarme en una salida de las 7.00 horas. El recorrido se hacía antes entre 8 y 9 horas, ese día ya ni me bañé, pues salí con mi pequeña maleta corriendo a treparme al autobús para que me trajera de regreso, cruzando los dedos para que el camión no se descompusiera y llegara pronto.
Se me hizo muy largo el trayecto, pues no existían las autopistas que ahora existen y que el recorrido actualmente se realiza en 5 horas máximo.

Pero el autobús fue haciendo su llegada a las 15.30 horas. Tomé un taxi y me fui a “alinear” a mi casa. Mi madre me recibió como siempre, dándole gracias a Dios y echándome bendiciones. Le dije que nadamás me bañaría y que saldría corriendo, cuando salí del baño ya tenía mi comida servida y que nadamás la jugueteé y salí a buscar un teléfono, pues olfateaba que algo bueno me esperaba.

Marqué en forma rápida de un teléfono público y me equivocaba por querer llamar rápido, hasta que entró la llamada y con voz suave me contestó:
-Oye, soy yo, ya estoy en México, qué pasó nos vamos a ver?
“Hola, que bueno que ya estás aquí, claro que sí, aunque sea un rato, pues mis papás llegan mañana en la madrugada, mañana domingo, pero no me gustaría que vinieras aquí a mi casa. Nos vemos en media hora en La Alameda, por el lado del Palacio de Bellas Artes”.
La cita era a las 16.30 horas, yo ya estaba ahí a las 16.23 minutos. Cuando vi salir de un taxi a una mujer bella y hermosa, pensé que eso no era para mí, la admiré y la ayudé cortésmente a bajar completamente del taxi, nos dimos un beso de cortesía.
La conduje del brazo por un pasillo de la Alameda, y me dirigí más o menos hacia donde tenía estacionado mi automóvil.
Desde los 15 años, cuando muere mi padre, de lo que obtenía del producto de mi trabajo, cuando fui aprendiz, ayudante y después linotipista, alcancé a horrar un poco y cuando fallece mi señor padre, me toca algo de dinero de un seguro que él nos dejó, y desde esa edad me hice de un automóvil que constantemente fui cambiando y mejorando de modelo, hasta lograr que a mis diecinueve años ya tuviera un auto casi nuevo.

Entonces pues, nos dirigimos hacia el auto y le abrí la puerta del copiloto para que ella me hiciera el honor de subirse. Entré al mismo y le pregunté que si tenía apetito o sed y me dijo que la llevara a dónde a mí se me antojara. No sabía a dónde, pues soy sincero al decirles que a mí me urgía llevarla a donde pudiéramos estar solos, porque la lívido en mi cuerpo hacía estragos y siempre mi temperamento me ha traicionado una y otra vez.

Le dije que no me dijera eso porque le iba a agarrar la palabra y ella lo asentó afirmativamente.
Siempre ha existido un restaurante que a mi parecer siento que es uno de los más exclusivos en la ciudad de México, se llama Restaurante Lagos de Chapultepec, y eso fue lo primero que se vino a mi mente.

Le dije que iríamos a comer algo y que quizá nos tomaríamos una copa, aunque yo a esa edad, no lo apetecía, ya de viejo fue cuando descubrí que ese líquido que hace cambiar los sentidos, muchas veces es agradable y pocas veces necesario, y que a veces saca lo que el hombre caya.

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